Como llego el teatro a Venezuela
El teatro en Venezuela comienza en la época precolombina donde los aborígenes realizaban representaciones con fines educativos y sobre todo religiosos.
TEATRO PRECOLOMBINO
Las manifestaciones teatrales venezolanas están poco documentadas durante el periodo precolombino, en parte a la visión eurocéntrica del mundo, resaltando la cultura europea sobre las aborígenes americanas, y al poco desarrollo de las tribus indígenas locales frente a los aztecas, mayas e incas. Los grupos indígenas locales se limitaban a realizar pantomimas sobre la recolección de alimentos. Y como en todas las culturas primitivas, se observa una veneración hacia los fenómenos naturales, encontrándose presente el elemento del mito, la explicación de por qué los animales o las plantas deben ser adornadas.
Allí se conoce entonces cómo el teatro cumplía una función importante en cuanto a la difusión de la identidad de la tribu. En los andes venezolanos, los Timoto-cuica, Muku y Jirapoya sí realizaban teatro propiamente dicho. Este era utilizado con un fin educativo y religioso, y llegó a tener tal importancia dentro de sus sociedades, que fueron los únicos en Venezuela que llegaron a desarrollar una estructura de madera para su realización. Este teatro era ritual, trasmitido por tradición oral y esencialmente igual a lo largo del tiempo
SIGLO XVI, XVII Y XVIII
Para el año 1520 ya existían en Venezuela diversos centros urbanos: Nueva Cádiz de Cubagua, Coro, El Tocuyo, Trujillo, Mérida y Cumana; sin embargo no existen datos que permitan asegurar la existencia de actividades teatrales en esas poblaciones; así como tampoco para 1567, fecha de la fundación de Caracas. El teatro hispánico fue introduciéndose poco a poco en la Venezuela colonial y fueron llegando libros desde España entre los que figuraban algunas obras teatrales, generalmente del barroco, de autores españoles o hispanoamericanos tales como Pedro Calderón de la Barca, Juan Pérez de Montalbán, Agustín Moreto, Juan Ruiz de Alarcón Agustín de Salazar y Torres, y Juana Inés de la Cruz.
En 1747 las proclamaciones de Fernando VI y en 1760 las de Carlos III fueron motivo para numerosas representaciones de aficionados en varias ciudades del país como San Felipe, El Tocuyo y Barquisimeto, con obras teatrales que reflejaban la influencia del teatro barroco español pero en una época ya muy tardía. La actividad teatral estuvo en manos de aficionados entusiastas durante todo el siglo XVII y hasta que se construyó el Coliseo de Caracas a finales del siglo XVIII, que se valían de las festividades religiosas, la coronación de un monarca, de un matrimonio real o de la creación de un virreinato para realizar obras.
El siglo XVIII vería la expansión del teatro a La Guaira y Maracaibo. A finales de 1766, principios de 1767, se representan en Caracas las dos primeras piezas que pueden atribuirse a un autor venezolano: Auto Sacramental de Nuestra Señora del Rosario y Loa, pieza que le precede. En ambas obras se podían apreciar la mezcla de elementos clásicos, hispanos, americanos, locales, sagrados y profanos, así como de personajes mitológicos y simbólicos que dialogan entre sí. A mediados de este siglo, habían llegado a Venezuela, principalmente a Caracas, La Guaira y Maracaibo, los primeros cuerpos regulares del ejército español. Los militares contribuyeron a una mayor promoción de la afición por el teatro; no obstante, las representaciones teatrales fueron motivo frecuente de disputas entre las autoridades militares o civiles y las autoridades eclesiásticas. Ejemplo de ello es un dictamen de Carlos III, recibido en Caracas en 1777, donde se establecía que la decisión sobre la representación o no de determinadas obras dramáticas residía en la autoridad seglar, no religiosa, ni militar.
SIGLO XIX
En 1804 fue estrenada en Caracas la obra teatral más antigua conocida escrita por un autor venezolano, Andrés Bello: Venezuela consolada, una pieza breve de 344 versos, en la cual participan tres personajes alegóricos: Venezuela, el Tiempo y Neptuno. El tema central era la llegada de la vacuna antivariólica a Venezuela. Bello continuó produciendo para la escena caraqueña diversas obras originales, además de traducir del francés una tragedia de Voltaire, Zulima.
Andrés Bello fue primer venezolano autor de una obra de teatro, Venezuela consolada.
A partir de 1808 comenzaron a llegar distintas compañías de teatro y de ópera contratados por el Coliseo de Caracas que enriquecieron la vida cultural del país, una de las cuales fue la Compañía de Ópera Francesa, la cual fue recibida con gran entusiasmo. El mismo año, la invasión de España por las fuerzas napoleónicas y el apresamiento en Francia de Fernando VII, le dieron al teatro caraqueño un tinte político. Antes de las representaciones solían cantarse en escena canciones patrióticas a favor de España que los espectadores acompañaban o coreaban. En ese ambiente produjo Andrés Bello su segunda pieza teatral, La España restaurada,conocida también como La Restauración de España o El certamen de los patriotas, drama alegórico y anti napoleónico que motivó la primera crónica teatral venezolana publicada en La Gazeta de Caracas. Después del 19 de abril de 1810 también se cantaban en el Coliseo canciones patriotas, pero dedicadas a Venezuela en vez de España.
En marzo de 1812 ocurre el terremoto de Caracas y el Coliseo de Caracas fue destruido, quedando suspendidas totalmente las actividades teatrales durante la guerra de independencia. Las representaciones dramáticas fueron en cierta medida sustituidas por actos cívicos y las entradas triunfales en las ciudades, así como por la realización de cuadros vivos con figuras simbólicas. Uno de estos últimos se hizo en Barrancas, a orillas del Orinoco, el 25 de diciembre de 1820, en conmemoración del primer aniversario de la creación de la Gran Colombia.
En Caracas proliferaban los sitios destinados a las representaciones. Entre 1831 y 1836 funcionó un teatro muy amplio entre las esquinas de Veroes y Jesuitas de Caracas llamado Teatro de los Jesuitas. Años más tarde, a partir de 1835 y hasta finales del siglo XIX, la pasión venezolana por el teatro daría origen a más de cuarenta pequeños teatros ocasionales y permanentes en la capital, y se registra la constante llegada de compañías europeas atraídas por la afición teatral de los caraqueños.
Uno de los destacados grupos actorales fue el del cómico y actor catalán José Robreño, quien en 1837 ofreció al público piezas ajenas como La misantropía y Ángelo, tirano de Padua. Según una anécdota de la época, en una pequeña obra humorística suya titulada Excelentísimo señor, se satirizaba con la figura del entonces vicepresidente encargado de la presidencia de la república, Carlos Soublette. Enterado del asunto, mandó a llamar a Robreño y le hizo leer el libreto frente a él. Luego de escuchar todo el texto, Soublette se dirigió a Robreño y le señaló:
Efectivamente, veo que usted se burla un poco de mí, pero no está mal; yo esperaba algo peor. Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca, porque un ciudadano se burle del presidente. Venezuela se perderá cuando el presidente se burle de los ciudadanos...
Después de esto, Robreño prosiguió sus representaciones, pero se abstuvo de volver a escenificar Excelentísimo señor.
Entre 1870 y 1888, durante la época de Antonio Guzmán Blanco, se llevaron a cabo numerosas representaciones teatrales: comedias, zarzuelas, operas, sainetes. En enero de 1881, la inauguración del Teatro Guzmán Blanco (actualmente el Teatro Municipal de Caracas Alfredo Sadel), con la pieza El Trovador, de Verdi, le da un nuevo impulso a la afición por las representaciones dramáticas. Durante el guzmanato se escribieron, publicaron y representaron producciones teatrales de numerosos autores nacionales, algunos de los cuales escribían con orgullo, en el título de sus obras impresa, la mención “Teatro venezolano”.
SIGLO XX
El “sainete”, una pieza dramática jocosa normalmente de carácter popular, que junto al “a propósito” conforma la manera cómico-satírica de considerar el teatro criollo durante las primeras décadas del siglo XX. La otra manera era la dramático-cómica, que fue menos popular. Los primeros exponentes de este teatro criollo fueron Leoncio Martínez y Rafael Guinand y la trilogía de actores cómicos formada por el propio Guinand, Antonio Saavedra y Jesús Izquierdo. Dentro de las características del mercado criollo debe destacarse la obra de Leopoldo Ayala Michelena, no solo porque su obra fue extensa y variada sino también porque fue un decidido y perseverante propulsor del teatro nacional. Más tarde surge Teatro para leer cuyos autores más representativos fueron Aquiles Nazoa, Francisco Pimentel, Miguel Otero Silva y Andrés Eloy Blanco
La puesta en escena de los saineteros se convierte en una crónica de la época; la sociedad venezolana se ve reflejada a través de la gente de teatro, quienes hacen una crítica solapada de la realidad nacional. En las décadas de los años 10 y 20 el sainete se caracterizó por pintar costumbres y satirizar vicios y errores pero en las décadas de los años 30 y 40, este se torna más crítico, tocando temas relacionados con el petróleo y el poder, donde se resalta la caricatura política, especialmente hacia ministros y congresistas. Rómulo Gallegos también fue un reconocido narrador y escribió varias obras de teatro entre 1910 y 1915: El motor, El milagro del año, Los ídolos, La esperada, La doncella, Los predestinados y El último patriota. En 1945 prepara su versión dramática de Doña Bárbara.
A partir de los años 1950 el teatro venezolano se hace universal. Hay una reacción contra el exagerado criollismo y se evidencia la influencia de directores extranjeros que se quedan en Venezuela. Entre los iniciadores del nuevo teatro se encuentra Alberto de Paz y Mateos, español exiliado; la argentina Juana Sujo, formadora de actores, quien fue a Venezuela para actuar en El demonio es un ángel y se quedó hasta su muerte, y Jesús Gómez Obregón, formador de varias generaciones de actores.
TEATRO LÍRICO
La historia del teatro lírico profesional en Venezuela se inicia en 1808, a partir de la visita realizada por la Compañía de Ópera Francesa de Monsieur Espenu cuando se empieza a cantar profesionalmente. Antes, la enseñanza del canto estaba en manos de la iglesia y su práctica consistía en acompañar los servicios religiosos. A su llegada a Caracas, esta compañía lírica de cantantes profesionales ofreció al público selecciones y arias de óperas de diversos autores, entre ellos Amadeus Mozart. Desde entonces, el gusto por el arte lírico se convierte en una verdadera afición en Caracas.
En 1834 se forma en Caracas una compañía dramática dirigida por el actor Andrés Juliá García y se le da continuidad a la lírica. En 1936 se comienza a escribir crítica operática en la prensa caraqueña. En 1843 se presenta en el Coliseo de Caracas la Compañía Italiana de Alessandro Galli y un enorme entusiasmo y gusto en el público. Entre los años 1852 y 1872 se suceden distintas temporadas de ópera italiana y zarzuela que continuaron siendo lo más notable del quehacer musical nacional y desde 1873, anualmente se alternaban obras italianas y españolas consagradas con obras nuevas de músicos nacionales.
En 1887 Teresa Carreño trajo al Teatro Municipal de Caracas una compañía operática con mucho éxito. Las compañías tomaron la costumbre de visitar la provincia cuando terminaban sus actuaciones en Caracas, brindando una o dos funciones en las ciudades del interior más grandes o más cultas. En 1904 se inaugura el Teatro Nacional de Venezuela que se utilizaría con preferencia para realizar las operetas y zarzuelas y desde 1915 en adelante, las temporadas anuales de ópera en el Teatro Municipal eran subsidiadas completamente por el gobierno nacional. Entre 1933 y 1955 hay varias temporadas operáticas dispersas, en cambio, las temporadas de zarzuelas se sucede con regularidad hasta el año 1981. A partir de 1983, con la inauguración del Teatro Teresa Carreño, las temporadas operáticas contaron con coro profesional y un elenco mayoritariamente nacional.
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